jueves, 19 de junio de 2008

El Aboroto Nuestro de Cada Día


Meditando en lo que me rodea, veo en el horizonte un aguacero fuerte en medio del océano abierto; que ha opacado la luz del día y sobre el agua ha quedado un tono azul vestido de amarillo que pocas se ve. Es una visión mágica. El viento azota con fuerza y acaba de reventar sobre mí cabeza un trueno, no sin antes haber quedado retratada por un potente relámpago. Las olas tienen su bochinche particular con las rocas y busco un espacio pequeño para que acunen mis lastimados tímpanos por lo que hoy conocemos como contaminación por ruidos. Estoy escondida en mi lugar favorito, frente a la costa de Humacao, donde hay una vista muy hermosa hacia Naguabo, Viques y la llamada “Isla de los Monos”. Honestamente me ha costado trabajo concentrarme en el ulular del viento y el sonido de las olas porque en la carretera hierven los carros, motoras, motonetas y toda clase de demonios sobre ruedas que nos rodean.

Resulta que en los últimos dos días me ha costado trabajo concentrarme en todo gracias a los ruidos que han merodeado mis oídos como lobos hambrientos; han penetrado hasta mis tabiques y sinceramente estoy casi segura de que algo se han comido por ahí dentro, porque me zumban como si tuviera una mariposa atrapada en su interior. Ayer pasé ocho horas en medio de una batalla campal auditiva. Por un lado combatía el rap buscando sobre salir, con aquel tun tun tún y can can cán; decía “mírame que estoy aquí, tengo talento y quiero sobre salir y si no me miras te obligo”; y por el otro música de los ochentas, que gritaba lo suyo “qué bueno era, qué recuerdos te traigo, cómprame one more time”. Juntos aquello era una gallera en plena refriega de decibeles. La cabeza me daba vueltas, no podía pensar, no podía crear, ni recordar.

Hoy en otro lugar, habían bocinazos, música a todo volumen, unas motoritas que de sólo pensar en cómo un vehículo tan relativamente pequeño puede emitir semejantes decibeles de ruido, quedo aturdida. Pareciera ser que la gente por un lado busca la enajenación total de sí mismo y de lo que le rodea o es un deseo de llamar la atención a costa de lo que sea. De todas las motoras y autos con música alta la gran mayoría, sino todos, eran jóvenes de no más de 20 años. Me preguntaba a dónde se dirigen estos jóvenes, qué buscan y por qué. De una o de otra manera se contaminan así mismos y buscan expandirse sobre los demás como un virus pandémico inevitable. Pensaba en cuántos de éstos jóvenes sobrevivirán al vaivén de la calle y cuántos de ellos serán los integrantes de la generación de sordos que se avecina, todos hablando por señas. A simple vista parecen vidas como barcos a la deriva. Ante tales panoramas me pregunto también dónde están los maestros, los guías, los padres, los ejemplos a seguir para los niños y los jóvenes de nuestro país. Hace un momento leía sobre un sacerdote que pide oraciones para el Santo Maestro Rafael, a ver si le dedico estas interrogantes y viene la respuesta.

Extiendo una invitación para hacer un acto de conciencia sobre el ambiente que nos rodea a todos los miembros de la comunidad puertorriqueña. Necesitamos a los sociólogos, psicólogos, trabajadores sociales y todos los profesionales que estudian la conducta humana y sus problemas, movilizados; con ofertas y propuestas de salvación para aliviar esta crisis de salvajismo urbano que nos golpea las sienes día a día. Invito a los padres, maestros y a esos pocos líderes de todas las disciplinas a fomentar en los niños el encuentro de sí mismos en el silencio. Las agencias gubernamentales deben desarrollar los espacios y las políticas públicas para alentar una cultura del sosiego en silencio. A ver si le baja la temperatura a la gente y dejamos de matarnos entre nosotros.

Finalmente te invito, político que me lees para que le bajes el volumen a tus guaguas de sonido para anunciarte, cuando pasas por el “batey” de nuestras casa, no somos sordos, te escuchamos. No es necesario que tu vehículo de sonido se escuche en todo el vecindario cuando pasas frente a mí casa. Respeta nuestro derecho a la tranquilidad, mira que la vecina del frente tiene unos gemelitos recién nacidos que entran en pánico cada vez que retumban en las paredes de su casa los decibeles del horror de tu monstruosa guagua de sonido. Acuérdate de este mensaje cuando llegues al poder y legisla por la salud mental y auditiva de este bendito pueblo que necesita con desesperación paz para el alma en silencio para encontrarse así mismo, pensar y crear.

El ruido que nos ahoga es como una maldición que responde al hecho de que aquí no hay más “nahh” qué hacer, ni “pah” dónde coger, más que dar vueltas y alborotar “pah” que no nos coma la miseria o quizás podría ser un síntoma mucho peor, que no soportamos el silencio de estar con nosotros mismos, que estamos invadidos por la vacuidad, sin remedio, ni salvación y que necesitamos con desespero los Maestros Rafael en nuestra sociedad, que pena por esos guías iluminados para levantarnos del vacío existencial que aplasta las vidas de muchos puertorriqueños.
(La foto que aparece arriba es la tormenta en el medio del mar que estoy viendo mientras escríbi estas letras)
Por Sheila Reyes

9 comentarios:

El Rata dijo...

¡Bienvenida a la blogósfera boricua! :-D

Ciertamente hace falta inculcar una cultura del silencio... ¡sobre todo dejar de imponer la música propia sobre todo aquél que nos rodea!

Sheil_Lite.ComparadaUPR dijo...

Hola Rata, eso de la música alta es una conducta que raya en lo patológico, especialmente en los jóvenes, a mí lo que me preucupa es que aquí no se le da la importancia que amerita. Irremediablemente las maestra tendremos que aprender lenguaje de señas para darle clases a estos elementos!!

Gracias por comentar y por la bienvenida!! ;-)

El Rata dijo...

Jeje, quizás no sea mala idea que TODOS aprendamos lenguaje de señas... ¡parece que será útil! :-)

Sheil_Lite.ComparadaUPR dijo...

Pues claro y a leer los labios también. Tú cuánto cres que aguante un oído dentro de un carro de esos que suenan tún túnnn tuuunn!! Plus los que siempre tienen siempre clavados en las orejas sendos "visniacos" para escuchar el Ipod, los Mp3, 4 y 5 etc.

Estoy trabajando en una nueva entrada, es mi versión de la Divina Comedia puertorriqueña y qué hubiera pasado si Dante hubiera sido puertorriqueño del siglo 21.. (claro algo resumido, ni modo que me ponga a hacer un mamotreto neoclásico aquí)

El Rata dijo...

Pues déjame ir aprendiendo a leer labios también desde ya, jeje.

Suena chévere tu próxima entrada... ya mi subscribí a tu RSS feed así que ya me enteraré. :-)

Sheil_Lite.ComparadaUPR dijo...

Gracias por visitarme... Ahí esta la entrada...

Para la siguiente viene un Blog en honor a las mascotas de mí casa y a algunas dignas de reseñar de mis amistades... ;-} gracias por inclirme, espero que te guste esta última que puse... larga pero kool!!

El Rata dijo...

Sí, ya vi que era larga: ¡te inspiraste! ;-)

Sheil_Lite.ComparadaUPR dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
WP3A dijo...

Hola, como siempre jocosa y seria tu blog esta exelente

Saludos de Erlin